lunes, 17 de octubre de 2011

La industria cultural: Nuestra nueva pero cruda realidad.

Día tras día, hemos sido testigos de cómo la economía busca nuevas formas y conductas para llamar nuestra atención sobre algún producto, convirtiéndonos así en un objeto en lugar de un sujeto.  Actualmente, vivimos en una sociedad donde prima la fantasía y el encanto, poco a poco hemos ido dejando de lado nuestro espíritu crítico, individualista y analítico para convertirnos en seres insaciables materialmente ya que nuestra única prioridad es satisfacer nuestras “necesidades”, sin importar, la cantidad de engaños, mentiras y falsedades que debamos de soportar. En la actualidad, los seres humanos solo queremos la obtención de un placer superficial a tal punto que nos sentimos miserables cuando lo ignoramos o nos alejamos de él.   Dada la siguiente afirmación, debemos de tener siempre presente que la industria cultural acosa las masas y les impone sin cesar los esquemas de su comportamiento, olvidando así que cada individuo es único e irremplazable. Es por esto, que no debemos de permite la homogenización de nuestra sociedad pues con esta transformación lentamente dejaremos de ser seres autónomos, independientes, capaces de juzgar y decidir razonablemente.  

Un claro ejemplo, podría ser Disney ya que esta empresa no solo se ha dirigido a niños sino que hoy por hoy se dirige a adolescentes y adultos, los cuales crean y se transportan a un mundo fantasioso, estableciendo así un efecto regresivo, donde no solo prima la satisfacción de un deseo, sin tener en cuenta que poco a poco nos hemos convertido en la propia publicidad del producto. De igual manera, hemos dejado nuestras verdaderas responsabilidades, asiendo así de nuestras vidas un vida superficial, engañosa y muy contorversial. Somos visto como un objeto y no como el sujeto pensante que deberiamos de ser.

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